Existen rasgos en la personalidad de un deportista que pueden incrementar los riesgos  de incurrir en conductas de dopaje. Estas características no garantizan que un deportista consuma sustancias o realice prácticas prohibidas, pero su identificación puede ayudar a prevenir el dopaje.

Obsesión por ganar

Una señal de alarma para el entrenador puede ser la tendencia demasiado perfeccionista de un deportista.  Hay deportistas para los que el resultado está por encima del proceso. Es necesario identificar esa inquietud por el éxito y tenerla presente.

El foco de atención debe estar orientado a las habilidades que dependen del deportista: la perseverancia, el esfuerzo constante, el margen de mejora personal, estar a la altura de las exigencias de la tarea…

Alta orientación al ego

Ciertos deportistas analizan su rendimiento en función del de los demás. El hecho de compararse a menudo, de querer ser siempre mejor que el resto y supeditar sus logros a los de otros deportistas son también actitudes que el entrenador debe detectar como peligrosas.

La motivaciones del deportista deben estar siempre orientadas a sus necesidades y habilidades intrínsecas.

Baja tolerancia a la frustración

Se detecta este rasgo en deportistas que tienen un mal perder o a los que la derrota les hostiga demasiado. Son atletas que tienen pánico al fracaso y grandes dificultades para afrontar malos momentos. Es necesario educar a los deportistas en la derrota, para que aprendan de los errores y al llegar al éxito valoren el camino recorrido y lo identifiquen como la senda que deben seguir.

Búsqueda de nuevas sensaciones

Identificamos esta característica en los deportistas que muestran una postura activa en buscar nuevas experiencias, sensaciones variadas, complejas e intensas y están dispuestos a asumir riesgos físicos, sociales, legales y/o financieros a fin de realizarlas.Una de las funciones del entrenador es conocer al deportista y sus límites para, de esta forma, poder detectar cambios en su conducta que puedan derivar en comportamientos antideportivos.

 

Baja autoestima

La consideración o la valoración negativa que el deportista puede tener de sí mismo es un punto importante que el entrenador debe tener en cuenta. Es un factor de riesgo notable.

Las presiones que sufren los deportistas pueden agravar aún más su estado de ánimo. Cuando un atleta muestra una autoestima baja, es posible que estas coacciones acaben influenciándole de forma negativa. Normalmente, los deportistas con una baja autoestima tienen facilidad por adoptar conductas autodestructivas. El entrenador debe ser consciente de que los atletas con los que trabaja son personas antes que deportistas, por lo que es necesario que los conozca desde la esencia.

Actitudes o creencias contrarias al espíritu deportivo

Hay conductas y/o pensamientos opuestos a una competición limpia y en igualdad de condiciones que pueden ser considerados como importantes factores de riesgo.

  • Faltas de respeto a uno mismo, al rival, a los compañeros o entrenadores y personal de apoyo
  • Desobediencias
  • Predisposición al riesgo
  • Propensión a hacer trampa
  • Quebrantar las reglas
  • Deseo de usar métodos o sustancias prohibidas si fueran legales o si garantizaran el éxito
  • Creencia de la eficacia del sistema antidopaje
  • Creer que todos los deportistas recurren al dopaje
  • No creer en los efectos perjudiciales del dopaje
  • Admiración por deportistas que dieron positivo