Tristemente, estaba equivocado.

Ingenuamente, tenía esperanzas de que el Comité Olímpico Internacional (COI) reconociera todos los signos inequívocos y prestara atención a la ensordecedora llamada mundial en favor de la prohibición de la competición de los deportistas rusos en Río.

Los deportistas limpios —y aquellos que creen y están comprometidos con el deporte limpio— tenían la esperanza de que el COI sancionaría el sistema deportivo ruso por lo que el profesor de derecho, Richard McLaren, expuso como la subversión deliberada del Código Mundial Antidopaje.

Al mismo tiempo, nosotros abogamos en favor de dar la oportunidad de competir en Rio a los deportistas rusos que estén limpios, si demuestran que han sido sometidos a programas efectivos antidopaje fuera de Rusia.

Pero el COI ha soltado la batuta. En lugar de aportar claridad y liderazgo a lo que podría definirse como el mayor escándalo de dopaje en la historia del deporte, el COI ha creado confusión, controversia y además socavado los valores olímpicos y la integridad propia del deporte.

Y seamos claros. Existía otra opción —una opción mucho mejor.

Una coalición de las Organizaciones Nacionales Antidopaje líderes del mundo, incluido el CCES[1], propusieron una serie de criterios, derivados del Código Mundial Antidopaje, para evaluar a los deportistas rusos de todos los deportes. Nosotros incluso propusimos un pequeño comité de expertos para llevar a cabo el examen racionalizado.

Esto hubiera sido justo para los deportistas rusos limpios, y justo para todos los otros deportistas limpios que participan en Río, y el proceso sería efectivamente y equitativamente llevado a cabo en el corto periodo de tiempo que existe entre ahora y los Juegos de Río.

En su lugar, en una decisión desconcertante, el COI ha elegido no sancionar a Rusia al no prohibir al Comité Olímpico Ruso llevar el equipo a Brasil. Y en vez de establecer una serie de criterios de cumplimiento del Código para evaluar la aptitud de los deportistas rusos limpios, el presidente del COI Thomas Bach, y su Comité ejecutivo eligieron endosarles a las Federaciones Deportivas Internacionales (FIs) esta onerosa responsabilidad.

La realidad es que las FIs pueden no tener los recursos técnicos, la capacidad o el tiempo para realizar un inmenso volumen de un laborioso y minucioso trabajo a pocos días de la Ceremonia de Apertura de Rio.

En un marcado contraste, el Comité Paraolímpico Internacional (CPI) ejerció el claro y decisivo liderazgo que el mundo ha estado buscando. El pasado viernes, ellos propusieron suspender al Comité Paraolímpico Ruso y prohibir su participación en Río. Esta fue la decisión acertada ante las pruebas abrumadoras.

Es desalentadora y descorazonadora, la reticencia del COI a tomar acciones drásticas y decisivas en contra de un sistema deportivo corrupto.

Me pregunto por qué los líderes Olímpicos mundiales encontraron tan difícil simplemente hacer lo correcto.

En última instancia, el mayor perdedor en todo este asunto es la integridad del deporte.

 

[1] Canadian Centre for Ethics in Sport

SOBRE EL AUTOR

melia

Paul Melia es el presidente y director de CCES (Centro Canadiense para la Ética en el Deporte).